Desde Juaritos...

jueves, 24 de noviembre de 2011

Algunos textos de Max

Max, que pide ser llamado Dante Graves, tiene veintitres años y estudia psicología. Vive en juaritos y siempre lee con su computadora. En tres oacasiones ha asistido al ¡Fuera Canas! en la pasada edición leyó dos de los tres textos que presentaremos a continuación.
Difrute, pues, a Dante Graves.

Habitante de la ciudad de la furia

Otra lluvia de metal azota la ciudad, las nubes negras de la avaricia han caído sobre la cabeza de otro “buen cristiano”. “Otro buen muchacho”- dirá su madre ahogada en lágrimas por televisión nacional.
“¿Qué hace falta para detener esto?”- grita la sociedad desesperada.
“¿Quién es el culpable de tal atrocidad?”- preguntan otros
“¿Cuántos balazos le dieron?”, “¿Qué tan destrozado quedó?”- preguntan los guiados por el morbo.
“ En la guerra siempre hay víctimas que lamentar, pero vamos ganando.”- dice triunfante el presidente (es fácil para él poner los muertos, al fin y al cabo no son suyos).
El pavimento se ha vuelto a pintar de rojo, las máscaras de tristeza tienen nuevos usuarios y el fúnebre velo de la indiferencia permanecerá un día más sobre nosotros. La muerte se nos ha pegado como el hollín a los edificios viejos de una ciudad contaminada. Estamos contaminados, sí, enfermos de desesperanza y llenos de un criticismo a las acciones de los demás que no nos lleva a ninguna parte.
Cada vez somos más los que vivimos en jaulas, muchos por miedo, otros más desdichados…por convicción y algunos atrapados ahí por culpa de los últimos dos. La seguridad es solo una ilusión, una idea paranoide de aquellos que aman demasiado las cosas terrenas.
Las mentes se han vuelto color amarillo noticiero. Algunos atrevidos lanzan las primeras piedras, siendo que todos somos culpables de esto. “¿Cuántos más?” es una pregunta que nadie sabe responder  y que solo acaba en acalorados debates sin solución.
Por hoy seguiré callado, algo tendremos que aprender de todo esto, solo espero que las consciencias estén plenas y los corazones llenos para poder hacerlo.

De la verdad y otras falacias

Mi cabeza ha vuelto a confabular otro plan para alcanzar mis delirios de grandeza…pobre ilusa.
El mundo ya se hartó de leer, las palabras no son suficientes para inspirar acciones y como podrían serlo si estas últimas inspiran sentimientos o ideales.
Puede que el harto sea yo, el desencanto es servido en un plato más frio que la venganza y es racionado 3 veces al día como un saludable hábito alimenticio.
¿De qué sirve el esfuerzo si al final del día o de la semana habrá una decepción más que superar y echarse al lomo?
La esperanza muere al último dicen por ahí, supondré que es verdad, todo lo demás en mi ser se siente sino muerto, cansado y llevado al límite.
Intenté diluir mis penas en alcohol y lo único destruido fue mi estómago.
La honestidad es uno de los valores más estimados por la gran mayoría, sin embargo, todo hay que adornárselos con mentiras para que puedan digerirlo, a la gente no le interesa ser real, solo que les alimenten las fantasías.
El enamoramiento se ha idealizado en una película de Hollywood, pero desgraciadamente no existen secuelas de esas películas para saber cómo manejarlo y mantenerlo a través de los años, incluso habiéndolas, no creo que seríamos capaces de entender en verdad lo que es una relación.
Una relación de verdad es de platos sucios, de aliento mañanero, de pagar las deudas, de rabietas a media tarde. Puros ratones y calabazas como en la cenicienta. Saber todo esto y seguir prefiriendo los buenos momentos que se tienen al lado de otra persona, eso es amor.
Vivo en una sociedad que juega escondida tras las máscaras de las redes sociales, obsesionada con las sociedades secretas y civilizaciones antiguas, embelesada con su autodestrucción pero que quiere conocer nuevas formas de vida para que sientan lástima por ellos y les den por favor una guía para tontos de cómo arreglar el bonito desmadre que se tiene por todos lados.
Nuestro problema es que somos como adolescentes, todos queremos sobresalir del grupo y restregarle a los demás en la cara que estamos en lo alto por nuestro propio esfuerzo siendo que todas las personas con las que conviviste directa o indirectamente te pusieron en donde estas, ya sea por dinero, poder, belleza, inteligencia, talento, etc. Desgraciadamente estos son los modelos a seguir de los niños, adolescentes caprichudos de 20,30, 40 o 50 años, negados rotundamente a madurar.
La inteligencia es una cualidad que no se valora en donde la estulticia es moda y los sentimientos a quien le importan cuando el dinero fluye como ríos.
Las fragancias son ignoradas a menos que sean ofensivas o altamente artificiales, ¿Quién diablos huele flores o libros en estos días?
No sé por qué me quejo tanto, al fin y al cabo ¿Quién dijo que todo lo que vivo es verdad?

Favor de imaginarselo con cabello, dice que se ve mejor de esa manera

A Ixchel
Quiero descubrir tus lunares uno a uno, que me vayan contando tus secretos, que me aconsejen de como volverte loca. Explorarte con los labios recorriendo toda tu piel, conocer cada curva y cada línea que te conforma y tatuarlas en mi memoria.
Quiero escuchar tu voz, oler tu esencia, saborear tus labios, verte completa, sentir tu roce, perder los sentidos y que seas la última experiencia consciente que pueda recordar.
Quiero ser egoísta y guardar para mí tus caricias, quiero ser el ladrón de tu aliento, quiero cansarme de que me hagas recorrer una y otra vez tu mente, ser el culpable de que tengas ojeras que maquillar por las mañanas.
Quiero empezar a expresarte lo que siento con las metáforas más elaboradas pero, sé que terminare diciéndote las frases más trilladas y cursis con las cuáles acabaremos en una escena cliché en la que te late el corazón fuerte y te tiemblan las piernas  como si fuera la primera vez que sientes esto.
Quiero que sepas que demasiadas palabras son inútiles cuando lo único que en verdad quiero decir es que no puedo ocultar que…te quiero.

lunes, 10 de octubre de 2011

Textos de Lee

Se hace llamar Lee M.S. Carrol, tiene veintiun años, casi veintido. Nació en El Paso Texas pero ha vivido toda su vida aquí en Juaritos (como muchos). Está estudiando Psicología y nos dice que está eternamente enamorada de la nostalgia, el pasado, los relojes, y un conejo blanco que siempre llega tarde pero que sin falta me lleva a mi país de las maravillas. Y bueno sus hobbies son: escribir, leer, tener discusiones acerca de sexualidad o roles de género, obsesionarme con Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del Espejo, y con videojuegos y otros personajes de ficción. Ya la conocemos un poco ahora a leer sus textos.













Verso a los estragos de un libido desenfrenado

Cae sin gracia alguna, totalmente vencido por su propio orgullo.
Cae rendido, flácido, ya muerto, vacio.
Ha perdido ya su fuerza, su forma, las ganas de seguir,
de retomar nuevamente lo de minutos anteriores.

Y ahora siente frio, se siente vulnerable, pequeño
opacado por la sombra del recuerdo,
pues, incluso reviviéndolo, permanecerá muerto...

Al menos solo por ese momento, unos cuantos minutos,
o si ya añejo esta, unas horas e incluso días
en los que la memoria solo servirá para atormentar las ganas.




Escribo por ti




Escribo por ti y por mí, mas los espacios entre nuestras letras me parecen inmensos, un vacío hacia lo eterno, un salto hacia lo oscuro e incierto.

Borro los espacios entre estas letras, queriendo también borrar el espacio entre tú y yo. Todo se arrejunta, encima uno del otro, y te veo a ti sobre mí, o a mi sobre ti, en verdad no importa. Solo sé que te consumo y me consumes, te respiro y me respiras, te vivo y me vives.


Somos carne remendada por los hilos de algo que jamás conoceremos, de algo a lo que busco encontrarle un nombre, una razón, una idea para entenderte y entenderme, para aceptar que lo que sucede entre el silencio y la oscuridad es algo más que tu piel encendida tratando de adueñarse de la mía, algo más que tu espacio intentando ocupar el mío, algo más que tus labios devorando mi aire.

Te respiro, me respiras, me intoxicas. Y luego termina en un sollozo, un gemido, un alarido, un suspiro y una risa, y dejas de ocuparme, de adueñarte de mí. Y de nuevo queda la duda de que es lo que nos une, de que es lo que nos separa. Y después, mientras tu aire ya no invade mi aire, queda el miedo a que nunca seremos uno, las ganas de adueñarme de ti, las ganas de que tú seas yo y yo sea tú.

Luego duermo y todo desaparece. Olvidado entre los recuerdos de los dos. 



Metamorfosis



El error más grande del ser humano no yace en su habilidad para mentir y engañar, si no en su afán de servir al tiempo y envejecer con él.

Llegué a pensar que era estático, completamente inmune a los estragos del tiempo; llegué a suponer que sufría de absolutamente nada, que su cuerpo no fue hecho para adaptarse al cambio que traen consigo las manecillas del reloj, que el tiempo se adaptaba a él.

Mas luego miré la fatalidad que uno prefiere ignorar cuando se comprende que no somos eternos, que el tiempo no perdona a nadie ni a nada, y que todo pierde su gloria, su belleza, su valor, todo decae ante las crueles garras de nuestra constante pelea contra el reloj.

Las arrugas trataban de permanecer ocultas tenuemente bajo cosméticos, cuya única labor de mantener intacta aquella faz juvenil y despreocupada había sido una completa falla. Unas ligeras líneas que parecían prácticamente invisibles a la distancia se formaban en sus mejillas, marcando permanentemente el fantasma de aquella sonrisa que había logrado conquistarme.

Nuestra proximidad resaltaba toda pequeña imperfección, desde los claros vellos que crecían al costado de sus labios, hasta las estrías que se formaban en su entrepierna. Y fue ahí que perdí la admiración que ella había ejercido en mi la noche anterior, cuando ella parecía perfecta, cuando sus labios sonreían ante palabras torpes suspiradas en sus oídos delicadamente adornados con joyería fina, cuando sus ojos brillaban en el resplandor de las luces de la noche, cuando su piel parecía tallada en mármol.


Todo se fue a la basura cuando, bajo la tenue luz que se escabullía por la ventana, logró hacerme ver que todo lo que pareció hermoso durante la noche, inmune al tiempo y a la fatalidad que todo ser humano debe de sufrir, había sido nada más que una mentira. Lo que estaba en la cama, desnuda y aparentando ser un ángel, no era más que alguien tan común como yo, tan ordinario, corriente y nada excepcional.

Levante las cobijas delicadamente, tratando de no despertar al monstruo que gustaba de disfrazarse bajo joyas finas, maquillaje costoso, vestidos sumamente ajustados y una facilidad para mentir acerca de su edad, me vestí y me dirigí a la puerta. Una última mirada furtiva al monstruo, a quien no quería despertar, fue suficiente para ver cómo es que había sido cautivado por tal mentira.

A lo lejos, su piel volvía a ser de mármol, las estrías desaparecían, no había ningún vello insolente disminuyendo la femineidad de su faz, y las infamantes arrugas ahora eran solo un viejo recuerdo.

Una terrible mentira, eso era todo lo que veía en ese momento.

Y, no esperando observar los demás estragos que el tiempo podría traer sobre ella, me fui para buscar la perfección y la belleza eterna una vez más, aun sabiendo que las probabilidades de encontrarla morían conforme el reloj marcaba la hora.